Ironías de la vida. Esta tarde he estado de ágape en la casa (la otra) de mi amiga Antártida. Estaba ella limpiado cual abejita atareada y también comentando nuestras vidas, para ir creando el ambiente a la casa, que será convertida en consultorio psicológico. Lo más curioso es... bueno, la foto lo dice todo...
Bueno... me parece un servicio más que puede ser ofertado... no te gusta tu vida, sal por esa puerta (risa risa risa). Tengo un vídeo, anunciando la consulta... algún día lo colgaré, cuando deje de ser vago. Por lo demás, comienza la época de exámenes... ¿pronto? Para nada, ya es tarde... Pero siempre hay tiempo para todo, y si no lo hay, se simula. Recta final del curso... otro más. Como pasa el tiempo. He estado un poco nervioso esta tarde, supongo que será por el comiezo de la cuenta atrás. También por las despedidas o más bien hasta luegos. ¡Qué cúmulo de circunstancias! Me salvan mis notas del móvil, sin ellas estaría perdido entre tanto recuerdo y ajetreo.
El disco de oro de la Voyager es una de las cosas que más me impresiona (quizá sea de fácil asombro). Pensar que un trocito de la humanidad está vagando por el universo me parece curioso por lo menos. En fin, aquí hay una de las muchas obras que lleva el disco, que seguro que todo el mundo conoce.
Tengo varios miedos. Algunos bastante absurdos, absurdísimos. Otros simplemente creo que poca gente los podría entender. Pero no me gusta tener miedo. Entonces viene aquello de que ser valiente es ser un insensato... muchas veces lo soy: insensato, torpe, temerario... Y al final acabo haciendo aparecer una de las cosas que más temo y que es decepcionar a la gente. No sé por qué... será que soy un perfeccionista y fallar a los demás es fallarme a mí mismo. Realmente no hago las cosas a mal. Intento que la vida de la gente que me rodea sea un poquito mejor. Me gusta ayudar a la gente, me gusta ver cómo sonríen, como ríen o hacer que paren de llorar. Me gusta alegrar un día. No me gusta enfadarme con la gente. No me gusta ver a personas enfadadas entre ellas. Soy entregado. Soy todo lo contrario a una bisectriz. Soy un ángulo de 90º. Hago las cosas con pasión. No me gusta decir que no lo intenté. Me gusta ser constante en la vida de la gente. Me gusta hacer saber a la gente que me tiene ahí. Me duele la traición. Confío en los demás. Creo en las personas. Espero lo mejor de los otros porque doy lo mejor de mí mismo. Seré exigente. A veces egoísta... las menos veces y sin quererlo. No puedo evitar ayudar si veo que alguien necesita ayuda. No soy un bohemio ni un salvaballenas. No iría a África a curar gente. Aquí hay mucha gente a la que puedo serle de ayuda. Una palabra, una sonrisa, un abrazo, un beso en la frente, un "no pasa nada", una llamada, una notita de color azul, un pequeño regalo, un detalle tonto... todo puede ser útil. Soy feliz con poco. Me encanta cuando en la radio suena una canción que pone BSO a mi vida, a mis viajes en bus, mientras ando, mientras pienso... y sentir que los demás no son ajenos a mí.
Sólo quiero pedir perdón... porque a veces me equivoco y fallo...
De vez en cuando se encuentran rarezas por ahí. Ciertamente yo las suelo atraer, por raro que soy... o más bien las busco de forma subconsciente. Estas pequeñas rarezas le alegran a uno la tarde y le dan una excusa para escribir una entrada (risa risa risa). Como nadie lee últimamente mi blog, o al menos nadie me dice nada, me tomo la libertad de poner estas pequeñas cosas que encuentro sin miedo a muchas represalias.
Soy tan ecléctico... y me encanta tanto serlo... En la variedad está el gusto y hay que ampliar horizontes; siempre ver más allá del allá.
Manifiesto mi firme intención de ir a vivir a Granada. Este fin de semana he recordado lo maravillosa que es para mí esa ciudad. Y pasar el tiempo allí y hacer de mi vida un continuo pasear por los miradores del Albaycín, tomar té en la calle Elvira y tapear cerca de los jardines con fuentes. Andar por el paseo de los tristes de forma alegre y asomarse al Darro y ver el agua correr. Mojarme los zapatos cuando llueva. Ver la Alhambra otra vez y otra.
Tarde de Sábado Santo. Podría estar aprovechando el tiempo estudiando, pero estoy algo perezoso, es decir, con pereza: Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados (RAE). Así estoy yo. Usamos a veces palabras y no asumimos verdaderamente su significado completo. Pereza define completamente mi estado de actividad. ¡Qué tarde tan tediosa! La estoy pasando escuchando música y la verdad es que esta entrada es para rellenar un poco y poder poner alguna canción en el blog. Tengo una larga lista de canciones que quiero colocar.
Creo que el resto de la tarde la pasaré intentando escribir algo, y así aprovecho en cierta manera el tiempo. Aunque me falta algo de inspiración. Esta tarde artística va a ser un fracaso (risa risa risa). Acabaré jugando a la consola o resolviendo sudokus.
Nadie (de la gente que pueda leer esto) conocerá a Muhammad ibn Mardanis. Quizás si digo que fue conocido como el Rey Lobo, a nadie le seguirá sonando. Curioso y personalmente atrayente personaje histórico.
Todo el mundo habrá cruzado alguna vez el puerto de la cadena y siendo un poco observador se habrá fijado en una bonita montaña con la cima desnuda y plana... no sé si existe algún nombre técnico para llamarla; bueno, existirá, pero no lo conozco. Yo hace unos años que me fijé; tenía que pasar por allí todos los días. Cada vez que iba y venía lo observaba desde abajo. Siempre quise subir allá arriba y ayer tuve la oportunidad de hacerlo.
Fue unos días antes cuando me sorprendí tremendamente, justamente pasando cerca de aquel lugar. Descubrí que allá arriba estaban los restos de un castillo. Uno de los castillos (el último he leído por ahí) construido por el Rey Lobo. El buen amigo que me lo dijo, conocedor de mi gran pasión por este rey de Murcia, fue un buen amigo y me propuso subir a verlo. Costó mucho, pero mereció la pena.
Caminamos bastante, subiendo y bajando por estrechos caminitos, cruzando pequeños riachuelos. A mitad de camino, mi gran amiga gris decidió parar. Mi amigo y yo seguimos subiendo. La subida, en algunos tramos es bastante dura, y hay que tener ganas de alcanzar la cima. Pero una vez que llegas, merece la pena verdaderamente.
Llegamos hacia el atardecer. La luz a esas horas es preciosa. Las vistas espectaculares. Y aunque me quede la entrada un poco sosa y nada densa (como suelo escribir), no hago descripciones (probablemente cursis), no porque no las merezca el lugar, sino porque a quien realmente le interese, debe ir allí.
Pero no acabó mi aventurilla ahí. Sabe que guardo su anonimato, pero tengo que contar que mi amiga gris, que se quedó atrás como ya dije, se sintió con fuerzas para seguirnos... sin avisarnos, para darnos una sorpresa. Yo no es que sea el último superviviente, pero he oído muchas veces aquello de: "no te muevas de donde estás; vamos a por ti". Pero no me hizo caso la primerza vez que se lo dije; por supuesto tampoco las sucesivas. Y en eso que siguiendo nuestros pasos, eligió un camino que no era. Así que allí estábamos mi amigo y yo, donde la habíamos dejado, y ella en un lugar desconocido donde todos los árboles son iguales. Pero todo acabó felizmente, sobre todo para mi amiga gris, que si llega a estar en un hábitat más hostil, no dude de que hubiera sido devorada por los lobos. Al menos todos aprendimos que en el campo no se deben dar sorpresas.
¡Cuánto te quiero amiga gris! Te dedico este vídeo a ti. Espero que, como compensación a lo que sufrí buscándote, lo aprendas y lo bailes para mí... ya sabes como sigue la frase.
El universo ha sido creado hace 3 minutos. El pasado, la historia y el recuerdo no es más que una ilusión grabada en la mente en el momento justo de la creación. Alguien en un tiempo fuera del tiempo que ahora mismo corre tomó una decisión, una opción de muchas o de pocas, quizás dos. En ese momento el universo se desdobló y fue creado el universo, el que yo percibo, donde escribo estas letras. Como todo lo que recuerdo como pasado nunca existió, puedo asumir que nada de lo que creo haber hecho, realmente lo he hecho. En ese caso, me siento en mi derecho de olvidar ciertos momentos del pasado, porque nunca sucedieron.
