Y se acabó. Se acabó el año. Y este año tiene un segundo más. Me hace gracia el pensar que ese segundo ha ido moviéndose a lo largo del año, entre los demás segundos, entre los minutos, entre las horas y los días. ¿En qué habremos gastado ese segundo? Un segundo más para decidir algo... un segundo más para pensar. Habrá quien haya tomado la decisión correcta. Habrá quien se haya equivocado por haber pensado ese segundo de más. Algunos habrán tomado ese segundo de descanso, para que el tiempo se detenga un instante.
En un segundo el mundo cambia, gira, acaba volteado... y no nos hemos dado cuenta, porque todo ha ocurrido en un momento, algo casi instantáneo, con velocidad casi infinita, como un lucifer efímero que arde, combustiona, explosiona incluso, en un segundo, brillando con el brillo de mil soles que graba a fuego y para siempre ese momento en nuestra mente. Para siempre. Un segundo es efímero, pero puede ser intenso.
Nada es para siempre. Lo único que permanecerá para siempre será la Voyager. Todo lo demás se acaba. Y no nos pongamos tristes por eso. Nos quedan por delante muchos segundos que nos darán momentos irrepetibles y nuevos proyectos que iniciar.
Espero que hayáis aprovechado vuestro segundo regalado. Yo, por mi parte, lo usaré en el último minuto del año, así podré comerme una uva más. Y comeré 13, como forma de enviar un mensaje claro a la Entropía de que este año mando yo sobre mi vida. ¡¡¡Feliz 31536000 segundos a todos!!!
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